domingo, 26 de noviembre de 2017

SINDROME DE LA MADRE TÓXICA

         

¿QUE ES EL SINDROME DE LA MADRE TÓXICA?


Es aquella que llega a la maternidad por caminos poco deseables.

Es un tabú de nuestra sociedad aceptar que hay madres que no quieren a sus hij@s, pero es más real y frecuente de lo que nos gustaría reconocer.
Como todo aquello que nos resulta difícil de aceptar y digerir, tendemos a negarlo. Pero existen vemos sus víctimas en consulta, peleando por llenar un agujero negro de infelicidad que arrastran desde la infancia y que en la mayoría de las ocasiones ni siquiera es consciente, por que duele nombrarlo.

La madre tóxica es una mujer que ha llegado a la maternidad por caminos poco deseables, por convencionalismos, por que así estaba diseñado su guión de vida , por que eso es lo que de ellas se esperaba, pero ellas no lo deseaban.

No es tan extraño entender, que algunas de aquellas hij@s, no solo no fueran amad@s incondicionalmente, si no que fueron percibid@s como una molestia, un obstáculo, un rival e incluso una proyección de aquello que ellas hubieran querido ser.

Se trata en la mayoría de los casos de mujeres muy narcisistas que nunca asumieron el papel de madre y que siguen filtrando el mundo a través de su necesidad y su deseo.

Otras, son mujeres amargadas, cuya vida no se parece en nada a lo que esperaban, profundamente infelices, que usan de chivo expiatorio a sus hij@s proyectando en ell@s el foco de su insatisfacción. Hay diferentes formas de madres tóxicas, pero todas incluyen la culpa, la manipulación, la critica cruel, la humillación, la falta de empatía, el egocentrismo puro.

Son madres que hacen saber a sus hij@s que no están a la altura de lo que se espera de ell@s, envidian sus éxitos, recelan su necesidad de independencia, rivalizan con ell@s en un patológico escenario vital donde la víctima ni siquiera sabe que lo es.

La madre que no ama despliega su toxicidad de diferentes formas, así nos encontramos con madres que envidian a sus hij@s y tratan de anularl@s, madres que sobre protegen y absorben excesivamente para tratar de evitar el sentimiento de culpa por no haber deseado tener ese hij@, madres centradas únicamente en " la fachada" que exigen a sus hij@s que encajen en un molde que ellas mismas han diseñado para exhibirse, madres que utilizan la enfermedad y el victimismo como principal estrategia de manipulación, madres dependientes que invierten los roles que hacen que sean sus hij@s los que se encarguen de su bienestar físico y emocional y otro tipo de madres tóxicas que encajarían en otros tipos de descripción.

La mayoría de las niñ@s que han sido criados por este tipo de mujeres no son capaces de entender que toda su inseguridad, falta de autoestima, necesidad de aprobación, autoexigencia brutal, dificultad para la intimidad emocional y vacío profundo, procede la falta de amor primario. Asumir que tu propia madre no te quiso y no te quiere es uno de los procesos psicológicos y emocionales más difíciles de superar y con consecuencias devastadoras en todos los ordenes de la vida.

A esta indefensión crónica hay que sumarle la incomprensión de los otros, una sociedad dispuesta a mirar para otro lado ante una realidad tan antinatural.

Aquellas personas que fueron criadas por madres tóxicas llegan a dudar hasta de su propia salud mental, por que a años de maltrato emocional, hay que sumarle el silencio y la falta de apoyos.

Ya sabemos hoy por hoy en función de los numerosos estudios que se han hecho que la falta de amor parental crea estructuras psíquicas desorganizadas que afectan a muchas áreas de la personalidad. El rechazo y la falta de amor materno producen un estado crónico de avidez afectiva y un miedo patológico al abandono.

Durante su infancia tratarán por todos los medios de ganarse la atención y la aprobación de su madre lo que derivará en un adult@ que tratará por todos los medios de ganarse la atención y la aprobación del mundo. No se sentirá dign@ de ser querid@, habrá aprendido que su valor está en lo que hace no en lo que es, la fragilidad y la inseguridad serán compañeras de viaje.

Hay muchos ejemplos conocidos de personas que aunque han alcanzado éxitos sociales, laborales, económicos, y exponen al mundo una fachada impecable de éxito vital, son muertos vivientes poniendo toda su energía en llenar el abismo afectivo que llevan dentro; en nuestro día a día estamos rodeados de personas que tratan en vano de llenar ese vacío (que llamamos existencial, aunque realmente es afectivo) por los caminos más diversos, pero naufragando en lo personal con profundos sentimientos de vacío y soledad que produce la incapacidad para amar y ser amados.

Sin embargo, hay salida. Es imprescindible decirles a estas personas , que la niñ@ dañada que llevan dentro y parece dirigir su vida, puede ser sanad@. Como Terapeuta que acompaño a estas personas, abogo por la capacidad interior que habita en cada ser humano.

Tenemos el don de la libertad y la capacidad intrínseca para tomar el control de nuestra propia vida. Para ello es necesario tomar conciencia y poner nombre a aquello que nos dañó por difícil y brutal que esto sea.

Y es imprescindible hacer un duelo: despedirnos definitivamente de la madre que no tuvimos, que ya no vamos a tener y no seguir buscando con manotazos de ahogado maneras infructuosas de compensar ese oscuro hueco. Asumir sin culpa alguna que la madre no se elige y que venimos al mundo programados para amar a quien nos toque.

Tomar la decisión interna de poner distancia emocional y física de la mujer que no supo querernos y sobre todo, hacer del intento de no traspasar la herida a nuestras hij@s, un objetivo vital.











Articulo EL PAÍS

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