lunes, 11 de diciembre de 2017

DUELO POR SUICIDIO

                                                    DUELO POR SUICIDIO
 

La palabra duelo no sólo se refiere al dolor por la muerte de un ser querido, sino también a una situación de pérdida como puede ser un divorcio, un despido o la pérdida de un miembro del cuerpo tras un accidente. El dolor es una experiencia universal que todos los seres humanos atravesamos en distintos momentos y situaciones.
El duelo por la muerte de un ser querido nunca resulta fácil. En el caso del duelo por suicido el dolor se vuelve aún más intenso porque va unido a sentimientos de culpa e impotencia. La muerte intencionada de un ser querido deja a familiares y amigos muy confundidos y con un alto grado de angustia.

El suicidio está marcado por el estigma. Muchas personas lo ven como vergonzoso o pecaminoso, otros lo consideran como “una elección” y culpan a la familia. En muchas ocasiones no saben cómo apoyar a los supervivientes y simplemente evitan la situación por ignorancia. Cualquiera que sea la razón, es importante tener en cuenta que el suicidio y el dolor subyacente son procesos complejos.

Cuando una persona se suicida, se ven directamente afectados los familiares directos que conviven con la persona, el resto de la familia, vecinos, amigos, compañeros de estudio y / o compañeros de trabajo.

Cómo superar el duelo por suicidio:
A través de los testimonios de aquellos que han intentado suicidarse, sabemos que el objetivo principal de un suicidio no es acabar con la vida, sino con el sufrimiento.
Las personas con ideación suicida están luchando contra una agonía emocional que convierte la vida en inaceptable. La mayoría de las personas que mueren por suicidio tienen una depresión que reduce su capacidad de resolver problemas.

¿Por qué el duelo es más difícil de superar?
La elaboración del duelo implica una serie de procesos que, comenzando con la pérdida, terminan con la aceptación de la realidad, la reorientación de la actividad mental y la recomposición del mundo interno.
Los familiares y amigos de las personas que han fallecido por suicidio, son propensos a sentir un gran desconsuelo y aturdimiento.
A menudo se preguntan: “¿Por qué pasó esto? ¿Cómo no lo vi venir?” Sienten una abrumadora culpabilidad sobre lo que deberían haber hecho de más o de menos. Tienen pensamientos recurrentes que les asaltan casi a diario.
 A menudo sienten culpa, como si de alguna manera fueran responsables.
Muchos también experimentan ira y rabia hacia su ser querido por el abandono o el rechazo, o decepción al pensar que no eran suficientemente amados como para mantener sus deseos de vivir.

Estas suposiciones erróneas pueden durar mucho tiempo si no se afrontan de la forma adecuada. Muchos luchan durante años tratando de encontrar respuestas o entender un suceso que en muchos casos resulta incomprensible.

Por otro lado, la sociedad todavía ejerce un papel dañino al crear un estigma alrededor de la muerte por suicidio que hace que los supervivientes se sientan excluidos.

Los supervivientes de seres queridos que han muerto de la enfermedad terminal, accidente, vejez u otros tipos de muerte suelen recibir simpatía y compasión. Nunca se culpa a un miembro de la familia por el cáncer o el Alzheimer, pero la sociedad sigue proyectando una sombra sobre el suicidio.


El papel de los recuerdos
Otro factor que hace el duelo por suicidio diferente, son los recuerdos.
Cuando se pierde a un ser querido por enfermedad o accidente, mantenemos felices recuerdos. Podemos pensar de en nuestro ser querido y compartir historias con nostalgia. Sin embargo, esto no suele ser así para el superviviente de suicidio. Le surgen pensamientos como: “¿Tal vez no era feliz cuando le hice esta foto?” “¿Por qué no vi su dolor emocional cuando estábamos de vacaciones?".

Los supervivientes de la pérdida de suicidio no sólo experimentan estos aspectos de duelo complicado, sino que también son propensos a desarrollar síntomas de la depresión y trastorno de estrés post-traumático.
La tristeza indescriptible sobre el suicidio se convierte en un círculo sin fin de desconcierto, dolor, escenas retrospectivas y una necesidad de adormecer la angustia.

Formas de ayudar a un superviviente de la pérdida de suicidio
Si conoces a alguien que ha perdido a un ser querido por suicidio, hay muchas cosas que puedes hacer. Además de acompañarle en su dolor (duelo) puedes ayudarle a librarse del estigma creado por la sociedad.
1. Pregunta si le puedes ayudar y cómo
En el caso de que no estén dispuestos a aceptar ayuda, con este gesto demuestras que estás allí accesible para ellos. Evita el distanciamiento para que sepa que puede hablar contigo en el momento que lo necesite.

2. Sé paciente
No establezcas un límite de tiempo para la pena del superviviente. El duelo complicado puede tomar años. Anímale a compartir historias y expresar sus pensamientos. La repetición puede ser un factor clave en la recuperación.

3. Escucha
Sé un oyente compasivo. El mejor regalo que le puede dar a un ser querido que ha sobrevivido a una pérdida de suicidio es tu tiempo, tranquilidad y afecto.

4. Aceptación
Asume que necesitan expresar sus sentimientos, a veces con el silencio y otras veces con tristeza o ira. No tengas miedo de hablar sobre el suicidio. Puedes, expresar tus sentimientos de tristeza y nombrar a la persona amada. Los que han perdido a alguien por suicidio sienten un gran dolor, y realmente necesitan tu empatía, compasión y comprensión

Formas de ayudarte a ti mismo si has sufrido una pérdida por suicidio

Puede ser muy doloroso, pero hay que aprender a asumir la realidad y entender que tú no eres responsable del suicidio de tu ser querido.

1. No pongas límites al dolor
El periodo de duelo requiere su tiempo. Necesitas atravesar las diferentes fases hasta aceptar la realidad.

2. Planifica el futuro
Cuando estés preparado, organiza con ayuda de tu familia los días de celebraciones familiares, cumpleaños y Navidad. Entender que estos momentos se vivirán con tristeza y buscar lazos de apoyo y refuerzo para minimizar las reacciones de tristeza intensa.

3. Haz conexiones
Considera unirte a un grupo de apoyo diseñado específicamente para los supervivientes de la pérdida de suicidio. El medio ambiente puede proporcionar un entorno de curación y de apoyo mutuo.

4. Busca ayuda profesional si lo necesitas
Recuerda que estás atravesando una de las situaciones más difíciles y dolorosas de la vida y puedes necesitar terapia para no alargar innecesariamente las fases del duelo.


Si estas interesado en participar en un grupo de Terapia del Duelo infórmate
Consultas individuales 
Tf : 644 267 361
www.terapiatranspersonalzaragoza.com
maykamenacholopez@gmail.com

sábado, 2 de diciembre de 2017

YULE LA CELEBRACIÓN DEL SOLSTICIO DE INVIERNO CELTA Y DEL VIAJE A NUESTRO INTERIOR

                  YULE LA CELEBRACIÓN DEL SOLSTICIO DE INVIERNO CELTA
                                               Y DEL VIAJE A NUESTRO INTERIOR


Entre los seguidores de la Cultura Celta se conoce la celebración del solsticio de invierno como Yule que significa “rueda”. Entre los pueblos Celtas, tan ligados a los cambios y ritmos de la naturaleza, el Solsticio de Invierno celebraba el nuevo  resurgir de la luz y el declive de la oscuridad, y la fiesta se prolongaba durante varios días .

En Yule tiene lugar el alumbramiento del nuevo Dios del Sol, fruto de la unión de la Diosa Doncella y su Consorte durante el pasado Beltaine (1 de Mayo). El nuevo Dios crecerá y entonces se hará fuerte, convirtiéndose entonces en Consorte de la Diosa para comenzar un nuevo ciclo.
Este alumbramiento pone de manifiesto la perfección del Universo, el equilibrio existente entre la luz y la oscuridad y es un símbolo de esperanza que nos ayuda a comprender que tras cada fin siempre hay un comienzo.
El Solsticio de Invierno es el tiempo de ir a lo mas profundo del interior de uno mismo, de hacer una incursión en nuestro ser para encontrarnos con nuestra parte más sombría y relacionada con nuestro ego. En el invierno, cuando la naturaleza misma parece muerta (árboles sin hojas, animales hibernando,…) el contacto con toda esta oscuridad nos permitirá conectarnos y crecer poco a poco con la luz, para obtener los frutos en la siguiente estación, la primavera. Es un momento de espera, de recogimiento y de meditación.

Es momentos de hacernos preguntas como:
¿QUÉ ASPECTOS DE MI Y DE MI VIDA QUIERO DEJAR ATRÁS?
¿QUÉ NECESITO PARA CRECER?
¿QUÉ FRUTOS QUIERO RECOGER?
¿QUÉ TENGO QUE SEMBRAR?

Es una época para atraer la Luz y ver el mundo con los ojos de un niño; es hora de levantar nuestros espíritus y atraer armonía, paz, y alegría a nuestras vidas. La experiencias que rendimos sobre los años que han pasado comienzan a renacer como sabiduría , nueva luz para dirigirnos más lejos y avanzar en las trayectorias que hemos elegido.

En los rituales de Yule recordamos que, justo cuando las cosas parecen haber perdido esperanza y parecen apagarse, el ciclo cambia y la luz retorna.


EN QUE CONSISTIRA LA CELEBRACIÓN: Los rituales irán encaminados a dejar y desapegarnos de todo, afrontar la aceptación de dejar atrás nuestros aspectos más vinculados a nuestro ego, todo lo que ya no nos sirve o queremos cambiar, quemaremos en el fuego todo lo que queremos dejar atrás, realizaremos un ritual de escritura de todo lo nuevo que deseamos que venga este próximo ciclo.
Haremos unos símbolos celtas para llevarnos a casa y que cada uno lo tenga como recuerdo de la ceremonia.
Se realizara una meditación guiada y para finalizar un Ágape con los frutos y dulces que habrán estado en el altar durante toda la ceremonia.

COSAS QUE SE TIENEN QUE TRAER: Un papel no muy grande con todas las cosas que queremos dejar que el fuego purifique, otro para escribir lo nuevo y lápiz o boli.
Un cabo de vela pequeñito para honrar a nuestros ancestros.
Y MUCHAS GANAS DE DISFRUTAR DE ESTA CELEBRACIÓN

Si estas interesado en celebrarlo reserva tu plaza cuanto antes, aforo limitado.
Información y reservas: infopraerecreando@gmail.com / Whatsapp 644 267 361

domingo, 26 de noviembre de 2017

SINDROME DE LA MADRE TÓXICA

         

¿QUE ES EL SINDROME DE LA MADRE TÓXICA?


Es aquella que llega a la maternidad por caminos poco deseables.

Es un tabú de nuestra sociedad aceptar que hay madres que no quieren a sus hij@s, pero es más real y frecuente de lo que nos gustaría reconocer.
Como todo aquello que nos resulta difícil de aceptar y digerir, tendemos a negarlo. Pero existen vemos sus víctimas en consulta, peleando por llenar un agujero negro de infelicidad que arrastran desde la infancia y que en la mayoría de las ocasiones ni siquiera es consciente, por que duele nombrarlo.

La madre tóxica es una mujer que ha llegado a la maternidad por caminos poco deseables, por convencionalismos, por que así estaba diseñado su guión de vida , por que eso es lo que de ellas se esperaba, pero ellas no lo deseaban.

No es tan extraño entender, que algunas de aquellas hij@s, no solo no fueran amad@s incondicionalmente, si no que fueron percibid@s como una molestia, un obstáculo, un rival e incluso una proyección de aquello que ellas hubieran querido ser.

Se trata en la mayoría de los casos de mujeres muy narcisistas que nunca asumieron el papel de madre y que siguen filtrando el mundo a través de su necesidad y su deseo.

Otras, son mujeres amargadas, cuya vida no se parece en nada a lo que esperaban, profundamente infelices, que usan de chivo expiatorio a sus hij@s proyectando en ell@s el foco de su insatisfacción. Hay diferentes formas de madres tóxicas, pero todas incluyen la culpa, la manipulación, la critica cruel, la humillación, la falta de empatía, el egocentrismo puro.

Son madres que hacen saber a sus hij@s que no están a la altura de lo que se espera de ell@s, envidian sus éxitos, recelan su necesidad de independencia, rivalizan con ell@s en un patológico escenario vital donde la víctima ni siquiera sabe que lo es.

La madre que no ama despliega su toxicidad de diferentes formas, así nos encontramos con madres que envidian a sus hij@s y tratan de anularl@s, madres que sobre protegen y absorben excesivamente para tratar de evitar el sentimiento de culpa por no haber deseado tener ese hij@, madres centradas únicamente en " la fachada" que exigen a sus hij@s que encajen en un molde que ellas mismas han diseñado para exhibirse, madres que utilizan la enfermedad y el victimismo como principal estrategia de manipulación, madres dependientes que invierten los roles que hacen que sean sus hij@s los que se encarguen de su bienestar físico y emocional y otro tipo de madres tóxicas que encajarían en otros tipos de descripción.

La mayoría de las niñ@s que han sido criados por este tipo de mujeres no son capaces de entender que toda su inseguridad, falta de autoestima, necesidad de aprobación, autoexigencia brutal, dificultad para la intimidad emocional y vacío profundo, procede la falta de amor primario. Asumir que tu propia madre no te quiso y no te quiere es uno de los procesos psicológicos y emocionales más difíciles de superar y con consecuencias devastadoras en todos los ordenes de la vida.

A esta indefensión crónica hay que sumarle la incomprensión de los otros, una sociedad dispuesta a mirar para otro lado ante una realidad tan antinatural.

Aquellas personas que fueron criadas por madres tóxicas llegan a dudar hasta de su propia salud mental, por que a años de maltrato emocional, hay que sumarle el silencio y la falta de apoyos.

Ya sabemos hoy por hoy en función de los numerosos estudios que se han hecho que la falta de amor parental crea estructuras psíquicas desorganizadas que afectan a muchas áreas de la personalidad. El rechazo y la falta de amor materno producen un estado crónico de avidez afectiva y un miedo patológico al abandono.

Durante su infancia tratarán por todos los medios de ganarse la atención y la aprobación de su madre lo que derivará en un adult@ que tratará por todos los medios de ganarse la atención y la aprobación del mundo. No se sentirá dign@ de ser querid@, habrá aprendido que su valor está en lo que hace no en lo que es, la fragilidad y la inseguridad serán compañeras de viaje.

Hay muchos ejemplos conocidos de personas que aunque han alcanzado éxitos sociales, laborales, económicos, y exponen al mundo una fachada impecable de éxito vital, son muertos vivientes poniendo toda su energía en llenar el abismo afectivo que llevan dentro; en nuestro día a día estamos rodeados de personas que tratan en vano de llenar ese vacío (que llamamos existencial, aunque realmente es afectivo) por los caminos más diversos, pero naufragando en lo personal con profundos sentimientos de vacío y soledad que produce la incapacidad para amar y ser amados.

Sin embargo, hay salida. Es imprescindible decirles a estas personas , que la niñ@ dañada que llevan dentro y parece dirigir su vida, puede ser sanad@. Como Terapeuta que acompaño a estas personas, abogo por la capacidad interior que habita en cada ser humano.

Tenemos el don de la libertad y la capacidad intrínseca para tomar el control de nuestra propia vida. Para ello es necesario tomar conciencia y poner nombre a aquello que nos dañó por difícil y brutal que esto sea.

Y es imprescindible hacer un duelo: despedirnos definitivamente de la madre que no tuvimos, que ya no vamos a tener y no seguir buscando con manotazos de ahogado maneras infructuosas de compensar ese oscuro hueco. Asumir sin culpa alguna que la madre no se elige y que venimos al mundo programados para amar a quien nos toque.

Tomar la decisión interna de poner distancia emocional y física de la mujer que no supo querernos y sobre todo, hacer del intento de no traspasar la herida a nuestras hij@s, un objetivo vital.











Articulo EL PAÍS