POR QUE ACONSEJO LA MEDITACIÓN EN MIS SESIONES DE TERAPIA TRANSPERSONAL
En
los métodos caducos hasta ahora usados, no se vincula la
psicoterapia transpersonal con una actividad que “enseña a
meditar”.
Al
contrario Terapia Transperonal Zaragoza utiliza metodos novedosos y
efectivos como la meditación ( Mindfulness ).
Pero,
¿por qué es importante esta técnica?, ¿por qué confio tanto en
ella?
La
meditación en sí misma, no tiene ningún misterio. Consiste en
sentarse, durante un tiempo determinado, a respirar, mientras
concentramos la mente en un objeto, en la respiración, en un mantra,
o en una sensación física (meditación como técnica de
concentración de la mente), o bien, podemos respirar y permanecer
conscientes en la realidad que percibimos, tanto la que captamos a
través de los órganos de los sentidos, como la que percibimos
internamente, o sea, nuestras emociones y pensamientos (meditación
como “visión penetrante”).
Esta
práctica funciona, si realmente se convierte en un hábito, es
decir, depende de la regularidad con que la realicemos la meditación,
nos iremos encontrando los beneficios que ofrece.
Si
meditamos una vez de vez en cuando, será una experiencia más, pero
si comenzamos a meditar unos pocos minutos al día (15 para empezar)
y lo hacemos todos los días, al cabo de unas pocas semanas ya vamos
encontrando qué es lo que tiene para darnos este acto de sentarnos a
ver los pensamientos pasar.
Sobre
los beneficios de la meditación se han escrito volúmenes enteros.
Las
tradiciones hinduista, budista, taoísta, judía, cristiana,
islamista e incluso muchas tradiciones chamánicas, han tomado esta
práctica como un componente esencial para unirse a Dios, fundirse en
El y trascender el sufrimiento y egoísmo del “hombre”.
Los
vestigios arqueológicos muestran que el yoga, tecnología que busca
el aquietamiento de la mente a través del movimiento del cuerpo, la
energía y la respiración, se remonta aproximadamente al año 3000
AC.
Se
trata de sellos tallados en piedra con figuras yóguicas
pertenecientes a las civilizaciones de los Valles del Indo y
Saraswati.
Esta
técnica no nació ayer, pero hoy se ha actualizado en occidente y
cuenta con el respaldo científico y empírico de cientos de estudios
que han re-descrito sus beneficios.
Si
durante siglos la meditación ha estado vinculada a la religión, hoy
es una
práctica terapéutica de bienestar mental, recomendada por
terapeutas, pedagogos, científicos y por supuesto, practicantes
meditadores de todas las vertientes religiosas y espirituales.
ESTOS
SON ALGUNOS DE LOS BENEFICIOS DE LA MEDITACIÓN:
Desidentificación
de los pensamientos.
Aquietamiento
progresivo del diálogo mental.
Reconocimiento y transcendencia de las pautas de pensamiento repetitivo creencias)
Reconocimiento
y aceptación de los diferentes estados emocionales.
Incremento
de la capacidad de concentración.
Despertar
de la intuición.
Aceptación
de la realidad interna y externa del individuo.
Comprensión
e integración de planteamientos espirituales profundos.
Aceptación,
apertura y conexión con el flujo de la vida (Sincronía).
Incremento
de la empatía y la compasión hacia todos los seres.
Incremento
de un estado de profundo bienestar y equilibrio.
Incremento
de la consciencia del presente tanto en estado de vigilia, como en
estado de sueño.
Comprensión
del sentido de la vida y del estar aquí y ahora.
En
resumen, la posibilidad de pasar de un estado dormido, inconsciente,
fuera de la realidad y en constante lucha con ella, presa del devenir
de la mente y de las reacciones emocionales, a un estado consciente,
conectado con el ser, en armonía con la realidad, libre del
torbellino mental y emocional y en paz consigo mismo y con el mundo,
esto es lo que se consigue con la práctica constante y continuada de
la meditación.
Se
han descrito varios momentos en este proceso de despertar.
Al
comienzo de la práctica meditativa, la persona va percibiendo el
contenido de su mente y se va distanciando de ese narrador interno
que le dice cómo debe ser su realidad.
Empieza
a darse cuenta que esa voz es solo un punto de vista anclado en su
pasado y temeroso del futuro.
Empieza
también a diferenciar entre la percepción directa de la realidad, a
través de sus sentidos, y la narración de la misma que realiza su
voz interior.
Es
un momento en el que el practicante descubre que sentarse a sentir el
presente y observar sus pensamientos, abre espacio y de forma sutil,
empieza a entrar en contacto con la Verdad.
A
un nivel cognitivo, siente su mente más serena, se concentra mejor y
aprende progresivamente a respirar y a estar en la realidad en
momentos en que la mente se agita.
Esto
le ayuda para ir conectando con una capacidad mental más fértil,
más creativa, menos apegada al resultado, que disfruta más del
proceso de conocer.
A
nivel emotivo y comportamental, se siente menos reactivo, menos
impulsivo, aprende a reconocer sus estados emocionales discordantes,
a experimentarlos y a decidir si es momento para expresarlos o no.
Descubre,
muchas veces con sorpresa, que su intuición empieza a despertarse y
que van apareciendo sincronicidades en su vida.
En
un segundo nivel, el practicante empieza a aceptar la realidad como
es y a comprender el sentido interconectado de todo lo que hay.
Experimenta un estado más permanente de confianza y apertura hacia
el devenir de su cotidianidad.
Percibe
una autoimagen mucho más compasiva y amorosa, en la que se reconoce
con mayor honestidad y expresa esa compasión tomando decisiones más
beneficiosas para sí mismo.
Comienza
a expandir esa compasión hacia las otras personas y en general hacia
los demás seres.
Esta
empatía le ayuda a acercarse desde la apertura hacia los otros y
muchas veces, siente un enorme deseo de ayudar y de compartir
aquellas realizaciones que está experimentando con los demás.
En
un tercer momento, el practicante entra en contacto permanente y
duradero con la Verdad, con lo que es.
Es
el momento en que despierta a la consciencia de quien es.
La
persona está aquí, ahora, consciente, a lo largo de su experiencia
cotidiana.
Esta
práctica constante, regular, es el entrenamiento que necesitamos
para emprender esta carrera de fondo que es el despertar de la
consciencia.
Como
dice Tao, “No sabemos a dónde nos puede llevar este proceso, pero
lo que podamos ayudarle a la consciencia, eso que nos llevamos.”
Prescribir
e incentivar la meditación en un proceso terapéutico, es brindar a
la persona , que viene desubicada, fuera de sí y de la realidad,
encerrada en su drama personal, una poderosa herramienta que le
permite aprender a hacerse cargo de sí misma.
Es
realmente un catalizador del proceso, porque cuando empieza a
aquietar su mente y a “observarse” desde la claridad que brinda
la meditación, la terapia va cambiando también de perspectiva, pasa
de ser un diálogo de una persona que sufre y otra que realiza
señalamientos relativos a su sufrimiento, a ser un diálogo entre
conciencias que comparten los descubrimientos acerca de la Verdad.
En
mi experiencia particular, puedo decir que, aunque hay muchas
personas que desde el principio adoptan la meditación como una
práctica diaria, hay a quienes les toma un tiempo el incorporarla.
Lo
cierto es que, desde el momento en que la persona empieza a meditar,
la terapia toma un derrotero muchísimo más fluido.
Por
una parte su mente se aquieta y pueden ver con más claridad su
historia y la lucha que mantiene su creencia con la realidad.
Esto
les permite observarse sin el velo del autoengaño en el que han
estado sumidos.
Por
otro lado, se sorprenden siendo menos reactivos, reduciendo
notablemente su necesidad de control.
Pero
es que además y, esto es lo más sorprendente para muchos de ellos,
empiezan a ocurrir acontecimientos en su vida, que precipitan la
transformación.
Es
decir, entran en una serie de sincronías que contribuyen a que su
proceso de “sanación” sea más contundente.
Se
encuentran con personas de su pasado con las que tenían
resentimientos y hacen las paces; reciben una noticia que les obliga
a posicionarse desde un lugar más sano para ellos; viven una
experiencia luminosa en meditación que transforma sus creencias…
Entran
en el Misterio de la Vida, en el flujo imparable del Todo y lo
aprecian.
Es
como que, el Universo recibe un mensaje claro por su parte que dice,
“muy bien, ahora estoy dispuesto a hacerme cargo”, y les provee
de aquellos acontecimientos y recursos que les ubica en ese camino,
el de la responsabilidad de Ser.
Frente
a eso, el terapeuta, contempla maravillado cómo todo se organiza y
toma la propia experiencia del paciente, para mostrarle cómo ocurre
la vida cuando decide fluir con ella.
Y
es que, cuando la persona aprende a alinearse, y esto es lo que es la
meditación, una herramienta para alinearnos con el constante flujo
de la vida, la figura del terapeuta transpersonal pasa a ser la de un
acompañante que anima el proceso interno del paciente, que lo
alienta a que siga explorando y que le da la confianza que necesita
en un primer momento, para aprender a caminar solo, en su proceso
evolutivo hacia la Consciencia.
A
diferencia de muchas corrientes terapéuticas, nuestro propósito no
es el de llevar de la mano a una persona por mucho tiempo, porque,
por pura lógica, no podemos decirle a una persona que le vamos a
ayudar a conectar con ella misma, mientras generamos un vínculo de
dependencia que se extiende en el tiempo per secula seulorum.
El
contexto de nuestra terapia favorece la interiorización y la
reidentificación de la persona, conectando con una parte más sabia,
más consciente de sí misma.
Cuando
evidenciamos que ese proceso ya se ha dado, cuando el paciente es
capaz de reconocer en sí mismo ese ser sabio, consciente, fluido,
vital, trascendente que Es y confía en él; cuando la terapia se
transforma en un rico diálogo de consciencias, es momento de cerrar
el proceso, para que esa persona continúe su camino evolutivo de la
mejor manera posible.
Entonces,
¿por qué prescribo personalmente la meditación en psicoterapia
transpersonal?
Porque
como terapeuta anhelo compartir la libertad de Ser con los otros.
Porque
no hay otra manera de compartirla que no sea brindar esta herramienta
de alineamiento, que tanto bien aporta, que me ha permitido y
permite entrar en el correcto flujo de vida y disfrutar plenamente de
esta experiencia vital, tal y como se presenta, con las personas que
vienen a la consulta.
Porque
soy consciente de que mi papel, lejos de ser el de una experta o un
gurú, es el de un guía expedicionario, que comparte con aquellas
personas que empiezan, la senda de evolución que ellos han decidido
recorrer.
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